jueves, 20 de febrero de 2014

"De las decisiones que duelen...".

En la vida hay decisiones que duelen. Las muchas o pocas lucubraciones me dejan exhausta. Me abruman en ocasiones. Me hieren cuando son producto del miedo que otros quieren hacerme sentir. Y es entonces cuando me pregunto: ¿Porqué a mi? ¿Qué tengo de particular para merecerme esto? Elegir no es siempre fácil, pero es preciso. Casi siempre constituye un proceso emocionante en el asoma el miedo por doquier. Ahora mismo le estoy viendo la cara. Es una cara no grata, poco amable y llena de consejos aunque no sé si son o no sabios. El miedo aún no termina de mostrarse completamente al desnudo y eso me asusta en gran manera. Resultamos tan insignificantes para la mayoría de las personas de nuestro entorno, que si lo pienso con frialdad hasta puedo sentir escalofríos que me recorren centímetro a centímetro la espina dorsal. Descubro poco a poco que las equivocaciones son nuestras. Los errores, el pan que cada día nos ponen en la mesa. La culpa, esa hija de la gran culpabilidad, es el tormento de muchos y el desvelo de otros tantos que sufren de insomnio por las noches. Y es así como la vida en sí constituye un maravilloso latrocinio que algunos deja muy bien parados y a otros tan solo nos va dejado perplejos observando como pasa delante nuestro un gran desfile carnavalesco donde se muestran los disfraces más variopintos que uno pueda imaginar. Están el burlador de Sevilla y el burlado sin patria, el payaso triste y el alegre, el loco de quien sabe donde y el loco de la colina... y casi todos están representados y se suben en el tren con boleto de ida y vuelta, más nunca sabemos cual de esos roles nos va a tocar representar ni cual de ellos va a viajar a nuestro lado. Lo único que sé es que escogemos el papel desde que nacemos sino antes ya y venimos a este mundo sabiendo que no vamos a parar nunca de sopesar cada cuestión, seleccionar cuidadosamente cada detalle, mirar a nuestro alrededor y entablar un diálogo con nosotros mismos que tal vez nos lleve a alguna parte o quizás nos deje a mitad de camino. No lo sé. Como alguna vez dijo el poeta uruguayo M. Benedetti: "el futuro es una oscura maleza" o aquello otro que aseguraba: "la culpa es de uno cuando no enamora".

No hay comentarios:

Publicar un comentario