martes, 13 de mayo de 2014

¿ME QUIERE O NO ME QUIERE?

El ser humano es lo que tiene, cuando se vacía de miedos, iras, culpas, celos, resentimientos y tristezas varias, queda expuesto ante los ojos de los verdaderos observadores. 

El mundo girando y nosotros deshojando margaritas a lo tonto. ¡Es una lástima!

A veces nos enamoramos y otras veces ese proceso es lento. A veces queremos mucho y ese cariño es tan grande que nos sentimos culpables sino podemos corresponder en la misma medida a aquellos, que de soslayo o a corazón descubierto, nos demuestran una y otra vez que les importamos. Nada de lo que se hace por otra persona se hace por hacer, porque si así fuera iríamos por el mundo como la madre Teresa de Calcuta. 

Yo pienso que tod@s esperamos de vuelta aquello que amigablemente entregamos y confiamos a manos de otros. Muchas veces confiamos un pequeño porcentaje de corazón y con el paso de los días, el roce y el cariño ese porcentaje va siendo mayor y mayor. Hasta que llega un día en que te levantas de la cama, te miras al espejo, pones los pies en el suelo y puedes aseverar al mundo que estás enamorad@. 

El amor es algo maravilloso cuando las dos personas implicadas en una relación lo viven de igual manera, pues en caso de no ser así no digo que no haya amor, pero no será el amor puro que emana del corazón y se respira en el aire fresco de la mañana. 

A veces un@ tiene muchos compañer@s de cama. A esos nunca los llamo de enamorad@s porque estoy convencida de que un enamorad@ es mucho más que eso. Encamarse con alguien no hace que nos enamoremos en todas las ocasiones. Tampoco el hecho de meterte en la cama con alguien que te resulta atractiv@ desemboca en lo que se conoce como amor entre dos personas. A veces si y a veces no. El sexo es lo que es. No se puede confundir con el amor y hay personas que a pesar de todas sus experiencias traumáticas (en muchas ocasiones) y de la edad que tienen confunden tocino y velocidad. 

Luego pasa lo que pasa. Alguien termina llorando mientras la otra copa del brindis decide seguir su camino confundida y echa un lío. La ambigüedad en las historias de amor nunca ha sido un buen principio. Eso que dicen algunos del misterio, no revelar quienes somos, sobreactuar para que nos quieran, esconder nuestros verdaderos sentimientos... en tanto en cuanto vamos deshojando margaritas y preguntándonos a nosotros mismos aquello que tan solo una margarita puede aclararnos: ¿Me quiere o no me quiere?

Por Elsa López Raña
13 de mayo del 2014

No hay comentarios:

Publicar un comentario