miércoles, 16 de abril de 2014

A VECES LLEGAN CARTAS QUE TE DAN LA VIDA

Decía Julio Iglesias que a veces llegan cartas que te dan la vida, que te dan la calma... 

Es cierto. Me está ocurriendo ahora mismo. En este momento puntual de mi vida, cuando yo ya pensaba que no quedaban cariños y amores como los de antes de esos que escriben cartas para contarte tal o cual cosa. 

La canción continua su letanía diciendo: "...Son cartas que te dicen que regreses pronto que desean verte... son cartas que te hablan de que en la distancia el cariño crece..."

Cuanta razón hay en la letra de esta canción.

Con frecuencia valoramos mucho más a las personas cuando están lejos, a miles de kilómetros de nosotros, aunque debo decir que ese no ha sido mi caso hasta la fecha. He sido casi siempre muy consciente de los pasos que he ido dando en la vida. Al lado de algunas personas, he sentido como éstas me iban robando la calma poco a poco, sin darme cuenta de ello o tal vez no queriendo darme cuenta.

En mi vida he escrito muchas cartas, postales y poesías. Algunas fueron por amor o por desamor pero también hubo de amistad, de cariño, incluso de despecho, de tristeza y para superar alguna pérdida. En todas ellas he puesto siempre el acento de mis lágrimas y mis sonrisas de algún modo, es decir, el alma y el corazón plasmado en una hoja de papel.

En el día de ayer llegó a mi buzón una carta internacional. ¡Qué algarabía se formó por unos instantes! Reconocí enseguida la letra de la persona que me la enviaba y con prisas casi se la robé a mi cuñada de las manos diciendo: -¡Esa carta es mía!

Mi madre, que continua sin entender muy bien como soy, me decía que no era lógica la forma de reír y la alegría que me traía con la carta, pero es que nadie puede entender lo que representan para mi una pocas palabras escritas sobre un fondo de papel anaranjado. 

He pensado a lo largo de mi vida en la poca importancia que tiene aquello que hablamos los seres humanos. Banalidades y trivialidades más o menos frívolas (según sea el interlocutor y el emisor). Son palabras "que se lleva el viento a ninguna parte y a ningún buzón" -como decía Serrat-.

La gente ya no tiene palabra y no puedes creer en promesas vanas hechas al calor de una chimenea en una noche de frío invierno o bien a la orilla de una playa en una noche de verano.

En cambio, que diferente es la palabra escrita. Los trazos, las letras, el vocabulario empleado, el estado de ánimo que se adivina detrás de cada frase,... todo ello conforma un paraje simbólico bellisimo que denota mucho más de lo que se dice con el lenguaje.

Pues bien toda mi algarabía era porque el Sr. cartero antes de entregar la carta tocó al timbre para preguntar por la Srta. Elsa López y comunicarle que tenía una carta internacional procedente de allende los mares.  En mi vida me ha pasado tal. Además, la carta no era certificada.

-¿Porqué no la puso en el buzón sin más? -Vaya usted a saber que pensó el cartero.

En aquel instante mi cara fue todo un poema y la carcajada que estalló por encima del tranquilo y apacible ambiente del mediodía fue estrepitosa como una tormenta de arena en pleno desierto.

¡Vivir para ver! Gracias Sr. cartero por hacerme sentir especial. Gracias a mi cuñada por recibir la carta y mis excusas por la forma en que se la arrebaté de las manos. Gracias MORE por escribirme. En definitiva, gracias a Dios por poner en mis manos aquello que yo siempre he ido sembrando por la vida.

Y no se olviden nunca: "A veces llegan cartas..."





By Elsa López Raña

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