miércoles, 30 de abril de 2014

IRONÍA ¿Inteligencia o enfermedad?

Ironía es símbolo de inteligencia cuando tu sabes reírte de ti mismo, pero cuando la ironía alcanza a dañar a la gente a tu alrededor eso no es ironía, eso es falta de amor.

Decía Nékrásov: "No me gusta tu ironía. Déjala para los decrépitos y desvaídos. Para nosotros, que tan locamente amamos y guardamos un trozo de sentimiento, no es tiempo aún de entregarnos a ella".

Hay personas que viven entregadas a la ironía. De hecho, le consagran su vida, su alma y su corazón. Se ríen de todo y de todos. Algunas adoptan el rol de verdugos y son crueles al extremo con sus semejantes. Pareciera que el sufrimiento y el dolor nunca ha tocado sus vidas. Otras van de víctimas y resultan igual de patéticas porque no se atisba en ellas ni una brizna de afecto hacia su círculo. Son egoístas y solo se preocupan de sí mismas. Si te necesitan te llamarán para que les escuches en su desgracia pero ellos escucharan solamente sesgos de tu conversación. Solo necesitan que alguien les escuche sus pobres pensamientos. En definitiva, no saben vivir sin hacer el mal en algún momento de sus vidas y siempre están buscando personas que le sirvan de blanco.

Digamos que los primeros se creen con derecho a tratar injustamente a los demás y los segundos se piensan que tiene vía libre para hacerle la puñeta aquí, allá y más adelante. Son parásitos de la sociedad. Lo que yo llamo "tóxicos".

Cuando conozco a alguien me suelo fijar mucho en como mantiene la compostura con unos y otros. Hay personas que son unas verdaderas artistas a la hora de usar la ironía, ya que no la usan con todos de la misma manera. Por ejemplo: Dicen no ser interesadas cuando les preguntas abiertamente sobre sus valores y posteriormente ves que su opinión al respeto cambia en poco tiempo.

Cuando les pillas varias veces, para salir del paso suelen decir: "estaba ironizando". Ironizar se convierte a partir de entonces en su único recurso y cada vez recurren a ello con mayor frecuencia para dañar. 

El irónico es una persona enferma que siendo o no consciente de que no está bien tratar a los demás así, se consuela diciéndose a sí mismo que él es la verdadera víctima de tal o cual persona, que la hipocresía reina en el mundo, que él sufre como nadie ha sufrido y que ha recibido muchos palos de la vida.

Y cuando vas al meollo de lo que en realidad está sucediendo descubres que el irónico presenta la misma enfermedad que el borracho. No se cuestiona nada. Solo acepta el mundo tal cual es y participa para hacerlo un lugar cada vez menos soportable dónde todos hablen mal de todos. Jamás reconocerá que critica a otros a sus espaldas y que es presa de un pesimismo tan grande que no confía ni en su propia sombra.

Al ebrio de ironía le pasa igual que al borracho, todo le da igual. Como un vampiro emocional pretende ir contagiando de su mal a otros y cuando no lo consigue fácilmente pasa a la acción intentando desestabilizar a quien si tiene más valores que él. Al fin y al cabo son catalogados como chupa sangres que nos agotan mental y emocionalmente cuando hablamos con ellos. Ni la paciencia nos salva en estos casos. Lo mejor pienso que es darles de lado si es que no son ellos los que desaparecen de tu vida a tiempo.

Entender que como decía Vladimir Soloviov "el renunciamiento personal no es una renuncia a la personalidad, sino una negación de la persona a su egoísmo" es muy díficil en general para todos y en particular para estos individuos que pasan por la vida irónicamente disfrutando con esas pequeñas infamias que son capaces de destrozar el espíritu de cualquiera que se les ponga a tiro. Todo ello por una simple razón: "No poseen en su interior ningún grado de vida espiritual".

Estoy segura de que la ironía es una enfermedad de la personalidad, una enfermedad "individualista" que nos azota en este siglo XXI porque los valores de las personas han entrado en crisis junto con el sistema económico mundial o quizás a consecuencia de ello, pues es bien sabido que el egoísmo cursa muchas veces como el apego desmesurado al dinero.

Como persona que está aquí y ahora en el tiempo no soy inmune a ninguna enfermedad floreciente ni puedo evitar muchas veces que en mi camino aparezcan espíritus eternamente inútiles. 

¿Qué hacer entonces? ¿Callar? ¿Hablar? ¿Ironizar? ¿Demonizar?



¡Qué Dios siempre nos dé la luz necesaria para saber distinguir con claridad quien merece y quien no merece nuestra amistad, amor y cariño en esta vida!


Por Elsa López Raña_30 de Abril del 2014




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