Hoy está un día gris y no me he puesto mi vestido gris. Miro al cielo y lo veo triste. Me pongo nostálgica y empiezo a recordar las lluvias pasadas en Sto. Domingo. Me da mucho gusto que esos pensamientos vuelvan a mi mente a modo de recuerdos.
Cuando amanece lloviendo es mágico. Son momentos en los que el alma se te escapa por los poros de la piel. Te metes bajo la ducha y sientes que estás en sintonía con la naturaleza. Igual de mojada que las plantas, los árboles, las calles,...
Nada ni nadie puede robarte esos momentos de felicidad. Ningún comentario puede hacerte sentir infeliz en esos minutos. La lluvia es marabillosa. Es glorioso verla caer del cielo en forma de gotitas o como un torrente de agua, luz y color.
Dicen los que saben que el agua no tiene colores, que la lluvia no tiene forma definida, que cuando llueve nos debemos guarecer hasta que escampa el aguacero... bueno, eso serán los cuerdos porque los locos podemos hacer lo que queramos. (risas)
En ocasiones adivinas en el viento que la lluvia está acercandose. Lo que no sabes es si se tratará de un simple chirimiri o de la tromba del siglo, pero aún así no puedo dejar de preguntarme:
- ¿Porqué no dejarnos sorprender?
La felicidad radica en esos pequeños momentos en los que observas como todo el mundo se precipita a correr por las calles para no mojarse la ropa o no estropearse el peinado del salón. Me rió cuando contemplo esos espectáculos disparatados mientras voy disfrutando de mis gotas de lluvia bajo el cielo encapotado de la ciudad.
Siempre recordaré que a mi llegada a Puerto Plata me recibió la lluvia. Es fantástico llegar a un lugar y que el cielo nos reciba con una lluvia de bendiciones. Es grandioso ver llover por la noche en Dominicana...
By Elsa López
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